"¿Y quién no tiene un amor?
¿Y quién no goza entre amapolas?"
-Alejandra Pizarnik
Dicen que una relación sana y
estable, es aquella donde todo es reciproco, donde ambos dan en igual medida,
donde –como la canción - es dando y dando. Pero, yo digo: ¿es posible eso?
Nuestro presente se mueve en una sociedad que ha prostituido tanto el amor y todo aquello bonito de compartirse con alguien más que ahora no es más que vínculos posesivos, infidelidades, promesas a corto
plazo, palabras sin sentimientos y enésimas de fantasías –más que todo
sexuales -. Una sociedad donde
difícilmente uno encuentra amores puros, sinceros, valientes, intrépidos, honestos y leales. Una sociedad donde
las relaciones ya no duran más de unas cuantas noches y no importa edad, sexo, género,
espectro político; ya nadie cree ni dice “por siempre", y es que todos nos creemos reemplazables. O bueno, esas generalidades son las que
escucho a diario.
En algún momento –como todos-
pensé en encontrar al hombre con el que iba a llegar tan lejos que ni mis
expectativas alcanzaban a visualizar ese futuro. El apego creó ilusiones en mi, la inocencia florecía, la honestidad y la sinceridad eran
mi única arma. Pero, cuando llega el desamor uno se jura y jura al mundo
meter los sentimientos en una cajita y no abrirla jamás, no se desea volver a entregarse en cuerpo y alma a una posible desilusión. La vida es necia, muy
ingrata y olvida fácil lo que ya le ha hecho vivir a uno, por eso sin pedirlo te pone en el camino otras
posibilidades de amar en las que se debe escoger si entregarse o no, entre seguir la travesía solo o con acompañante. Y como quién no quiere la cosa, ahí voy, arriesgándome de nuevo, pero
confiando menos, dudando más y entregándome de a poquitos. No sé si a la otra
persona la vida la ha hecho estar igual o más rota que yo, ambos con miedo,
pero intentándolo, amarrándose de la credulidad.
En la ciudad se dice mucho, pero yo creo
que en las relaciones, alguno de los dos termina dando más que el
otro; pero no siempre. Es una balanza, quizá un día está más inclinada a la
izquierda, quizá estoy dando el 80%, pero la otra persona debe procurar equilibrarla,
dar de más para que al día siguiente se incline hacia la derecha porque tan solo
puedo dar el 20%. El problema es cuando casi siempre – o siempre - está
inclinada sobre el mismo lado, la misma persona dando el 80% o el 70% o el 90%. No hay seguridad de cuantos golpes le ha dado la vida a el otro, pero tampoco uno no está
para justificar y perdonar qué la otra persona no tenga la intención de
esforzarse para equilibrar la balanza, mil veces no, porque es que no estamos para recibir amores a medias.
No debemos esperar en esos corazones que tan solo nos quieran entregar amores heridos, amores con miedo; de ahí hay que partir. Por ahí
dicen: si no haces introspección se te aparece tu ex en el cuerpo de otro,
así que conózcanse, confíen en sí mismos y esperen a encontrar a esa persona de
la que no tengan que esperar nada porque sin pedirlo, les darán todo y hasta de más. Alguien que este dispuesto a equilibrar la balanza. No
hay que perder las ganas de amar mucho.
Y entre tanto yo me pregunto ¿será que
todavía debo guardar la esperanza o debo sucumbir? ¿Nos criaron para ser
incondicionales y constantes con quien queremos? ¿Por qué condenarnos a recibir
sobras porque la sociedad dicta que ese es el camino? ¿Qué tanto hay que
esperar para comenzar a creer en el amor para toda la vida? Como en Peter Pan,
cada vez que alguien decía que no existían las Hadas, moría una. Así es como
cada vez que alguien dice que ya no va creer en el amor verdadero, sano y puro,
las esperanzas desfallecen. Tantas preguntas que quedan en mi cabeza cuando veo
los ideales nocivos que existen sobre lo que debe ser el amor, solo buscan
atar,atar y atar. Por eso, le tienen miedo a la estabilidad emocional y
prefieren la intermitencia, la libertad de llenar su corazón de vacíos. La sociedad creó un gran
circulo vicioso donde las relaciones atan, las personas huyen de ellas y otros
luchamos porque no pierdan la fe en el amor.
No hay que perder la esperanza, quizá el
amor de sus vidas está pasando mientras leen este texto.
Esperen, paciencia y cuando encuentren no aten sino que amen,amen tanto que les duela el alma de la felicidad.
Lo contrario de vivir es no arriesgarse.