lunes, 22 de agosto de 2016

Uno llora y no sabe por qué.

Salen margaritas y girasoles cuando una herida sana. Llega el sol cuando las nubes se vacían. Llega una compañía cuando la soledad trata de asentarse. El vaivén agobiante de la vida es un huracán en el que vivimos, hace frío y a veces el calor sofoca; soledad y multitud. 


Cuando se está solo se conoce a quien habita en nuestro cuerpo, se conoce un ser auto-destructivo y perfeccionista que nos obliga a la critica propia, cuánto quisiera al estar sola conocer mis virtudes y aceptar la realidad, pero solo obtengo el lamentar de un ala herida. 

Ya nadie nota la existencia del dolor en mis ojos, y duele. 
Ya nadie nota la cicatriz que tengo en el cuello, y duele. 
Ya nadie nota mis ojos hinchados en las mañanas, y duele.
Ya nadie me despierta en las mañanas ni me despide en las noches, y duele, caray.

No entiendo el mensaje que me quiere dar la vida cuando junta todas mis tristezas en tan solo una noche en la que solo se escuchan los golpes de un alma que quiere salir huyendo de un cuerpo, un cuerpo que poco a poco se destruye, de un cuerpo que cada vez está más cerca al suelo o de una cama. Un cuerpo que ha perdido el brillo, la energía, el movimiento y el desplazamiento; despierto, estudio, me dedico a llorar unas cuantas horas escuchando la misma canción en inglés que siempre y duermo - a veces poco - y los días pasan.

Una tarde de amigos, licor, cigarros, marihuana y otro polvo, sexo, música a alto volumen, palabras obscenas y uno ríe, pero entre tanto jolgorio hay un momento de voz en off, te percatas de que estas riendo y que acabas de olvidar la miserable vida a la que te acostumbraron desde tu infancia, vuelves a estar triste, borracha y drogada, así se siente un poco menos el sufrir que te ha poseído por meses. Besas a alguien a ver si la tristeza se traslada de cuerpo, pero esa maldita se pega en tu alma como un niño a su mamá, no quiero ser la mamá de una angustia de tal tamaño, y ella no entiende, no se va. El sexo no puede llenar ningún espacio, la tristeza se ha instalado en toda la extensión, y duele. 

¿Quién ha dejado a esa pequeña maldita en mi cuerpo? ¿El amor? ¿Nací con ella? ¿La comí? No hay explicación, solo vive en mi. 

Un viejo amor me hizo separarme de ella por un corto pero largo tiempo, pero cuando se fue ese bonito amor, ella volvió y traía sed de  venganza contra mí, me desbastó  y desde ahí no me levanto los domingos de la cama. El amor de familia se ha acabado, o quizá fue la familia quien se acabó - el amor solo se transforma, él no desaparece -, sería injusto dar una verdad absoluta en donde solo hay una versión. La vida, hay días que tiene un pequeño sabor a mango viche con sal y otros días sabe a la comida que más odias o a besos sin ganas. 


He llegado a pensar que uno a veces necesita el abrazo correcto de la persona correcta, pero no. Uno necesita abrazarse a sí mismo y amarse. Se necesitan unas cervezas y un buen beso para levantarse el domingo y seguir. Se necesita tener ganas en la voluntad. Se necesita hacer un contrato entre la tristeza y las metas, que ella se acomode en un rincón de tu cuerpo y que puedas seguir escalando hacia el éxito, se necesita amar la soledad y la tristeza para que ellas huyan. Una falsa positivista en medio de la ansiedad.

1 comentario:

  1. Lea esto http://armoniaequilibrio.blogspot.com.co/2010/07/la-muerte-como-consejera.html

    ResponderEliminar