lunes, 18 de mayo de 2015

¿Qué hago?

“Recuerdo hoy sus ojos y tengo miedo…Qué pasará cuando recuerde su cara, cuando su cara se abrace a mi memoria,
cuando su cara sea mi memoria.
Pero hoy, extraño día, he recordado sus ojos.
Yo no sé nada, sólo sé unos ojos. Suficiente para vivir hoy…”
— Alejandra Pizarnik.




Al mundo lo mueve los amores no correspondidos.
Al mundo lo mueve el deseo de enamorar.
Al mundo lo mueve el desamor.
Al mundo lo mueve eso que no pasó, ¿por qué no pasó?
Al mundo lo mueve las ganas que aun quedan.
Al mundo lo mueve las mariposas que tratamos de ahogar.
Al mundo lo mueve los ojos que no reflejan al amante.
Al mundo lo mueve ese cuerpo que va adelante, guiándote por la ciudad.
Al mundo lo mueve la negación.
Al mundo lo mueve el deseo de olvidar.
Al mundo lo mueve los bares, las copas, la desilusión.
Al mundo lo mueve usted.
Al mundo lo muevo yo.
Al mundo lo mueve todo lo que no le he dicho.
El mundo debería detenerse.
Al mundo lo mueve los amores no correspondidos.
El mundo debería decirle lo mucho que lo extraño.
Al mundo lo mueve la mujer aquella.
El mundo no me escucha.
Al mundo lo mueve su ingratitud.
El mundo sigue moviéndose ¿Qué hago?
El mundo dice que se detendrá...
El mundo lo mueve este amor sin destinatario.

lunes, 11 de mayo de 2015

En el oído sería mejor.

Quizá escribir hacia una mujer me resulta más versátil porque mi musa soy yo misma. Y no de esa forma narcisista-loca, sino que plasmo todo aquello que me gustaría escuchar. He idealizado tanto el amor que fantaseo con versos que me recitan en el oído. Espero que congeniemos, gracias.






Y ella se colocaba ese vestido de flores.
Sabía que yo daría lo que fuera por echar raíces en ella.

Y ella se colocaba de espaldas en la cama,
inquieta e ignota.
Y ella esperaba qué yo la derritiera.


Y ella coreaba el placer insaciable que yo le producía.
Y ella me recitaba halagos y mesías.
Y ella se colocaba el vestido...

En el que yo ya había echado raíces.

Rosa, prometida:
Te voy a confesar una pequeña cosa: no hay mujer más lúgubre que tú.
Rosa, no puedo ser más directo, quiero tenerla de nuevo entre mi cuerpo, entre mi alma, mi dermis; qué sus costillas encajen en las mías, qué sus  piernas vibren y sus labios se pongan rojos, sí quiere te vuelvo a besar los cuatro, los seis.
Rosa, te lo prometo.
Rosa, te deseo.
Rosa, yo sé que usted también lo hace.
Vuelva y cantemos la opera de nuestras vidas
Esta cama la extraña, que la extraña.
Mucho, mucho, la extraña.




Dolores

Me llamo Dolores
 Dolores que fui
 Dolores que soy
Y no sé si lo que seré generará dolores.

Miles de penas recorren este cuerpo
Cuerpo ingrato, cuerpo que ya no siente
Cuerpo que ya no es saciado de amor, sino de dolores.

¿Será que me puedo desgarrar los dolores?
Ya no siento euforia
Ya no siento manos en la cara que me digan:
Que los dolores no valen la vida

Soy tan fuerte como mis dolores
Dolores que agobian
Dolores que vienen y que yo quisiera que se fueran
Pero no, tengo dolores en los dolores

Dolores que un amor ingrato me ha dejado
Pero si los dolores los tenía ese amor
¿Por qué me los dejo?
Ahora cargo con los dolores del amor
¡Ingrato!

Mis dolores son tan fuertes que le gritan a la luna que no llene
Le gritan al cielo azul que se nuble
Le gritan a las hojas que caigan
La única que debe de caer soy yo por el peso de los dolores

Dolores de la madre
Dolores del amor
Dolores que soy
Dolores que seré


"Soy la última página de la libreta: llena de ideas, de errores, de amores, de corazones; la libreta siempre está vacía, no hay pasado."

¡Pues mira! más qué necesidad

Yo deseo decirte qué te quiero

qué te adoro

qué no me dejes

qué siempre

qué por favor

qué quiéreme

qué ven






miércoles, 6 de mayo de 2015

Va y viene.


 El vaivén de sus ojos
El vaivén de sus ojos
cubren el espacio sideral entre mis rodillas
¿No le gustaran mis ojos?
porqué justamente no me los mira.

El vaivén de sus ojos,
la fuerza de sus suspiros
y el vaivén de sus ojos.

Me toma con despotismo
en una bocanada me consume
y el vaivén de sus ojos
y la fuerza de sus suspiros.

Ambiciosamente me espera.
Agradecidamente me descubre.
Amablemente me posee.
-Deseosamente me quiere
Me quiere con deseo,
con el vaivén de sus ojos

y la fuerza de sus suspiros.

De la gente...

Según me gusta de arriba hacia abajo:

Delgadas lianas hasta los hombros,
fuertes para soportar cualquisier mano que las quiera dominar.
Seguidas del cantón militar primero, por donde pasan quinientos reclutas dando pequeños dedales
unos en forma de afecto y otros en forma de deseo. Aquel batallón se ilumina gracias a dos faros grandes, abiertos a todo público, pero que se reserva el derecho de admisión si de ver sus almas se tratan.
Una nariz que ha olido los mejores nardos, las más exquisitas rosas y las fragancias de hombres de una sola noche.
Dos o mejor un durazno grande, dispuesto a cualquier almíbar, a cualquier mármol, a usted.
La seda, el sutil vello de la superficie de mi alma.
En mi pecho dos pompos amorosos a la fría tormenta de tu corazón ingrato, es ahí, el lugar de tu residencia.
El mármol delirante por donde desfilan las gotas de sudor cuando de tu amor soy esclava, cuando en ti gozo.
El deseo quema la mitad de mi, ombligo.
Santuario, mi santuario desde que me conozco. Desde que me gozo.
Soy devota completa de dos labios y de un néctar ignoto .
La malaventurada vida me ha destinado con dos piernas largas para poder bordear: tu cuello, tu espalda y así gemir de furor.
Grata la sorpresa de saber que tal cual te gusto como me gustas.
Todo este uno con sesenta y ocho
esta adornado pluritariamente de lunas, lunares. Puedes subir a cada luna. Las puedes contar de 0 a mil o de uno a sesenta y ocho.